La reina alada de las
hormigas
arrieras
Todavía
recuerdo en Guadalajara, cuando era niña, un montoncito de años atrás, al llegar
a la escuela primaria en la mañana después de una noche lluvia, la primera
noche lluviosa de la temporada tal vez, y ver el patio tapizado de unas
hormigas grandes, gordas y aladas. Esa peculiar alfombra rojiza en donde
algunas hormigas todavía daban señales de vida, finalmente iba a parar a la
basura, porque para la hora del recreo ya no estaban allí.
No recuerdo cuándo fue la última vez que
las vi en esas cantidades, son de esas cosas que se nos van olvidando sin que
demos mayor importancia al asunto, o pensemos siquiera en la razón de su
ausencia. Fue hasta mi aventura oaxaqueña que volví a pensar en ellas, porque
me las topé con una marchanta en la calle. ¿Compra chicatanas?, me preguntó
extendiendo un pequeño plato de barro lleno de estas singulares hormigas. Pagué
cincuenta pesos por el equivalente a un puño de chicatanas, lo cual se me hizo
un poco caro, comparado con el precio que por estas tierras tienen los
chapulines. Cuando cuestioné a la señora al respecto, me dijo que estaban muy
escasas, que cada año son menos las que pueden recolectar después de la primera
lluvia del verano.
Fotografía del periódico El Gráfico de la Costa |
Fue entonces que mi memoria hizo ese tremendo
viaje al pasado, para tratar de ubicarlas entre mis recuerdos. Cuando me di
cuenta de que en verdad desde mi niñez no las había vuelto a ver en tan bastas
cantidades, entonces me sentí en la posesión de un tesoro. Nunca antes las
había probado, pero no soy de las que salen corriendo ante la experiencia de
conocer un nuevo sabor. De inmediato me llevé una a la boca y me la comí.
El sabor de las chicatanas es mucho más
agradable que el de los chapulines, que algunas veces dejan un sabor un poco
amargo al final. No creo que alguien pueda describir a detalle el sabor de un
insecto. He probado varios tipos diferentes y todavía no encuentro la mejor
manera de transmitir esa experiencia gastronómica, así que me voy a limitar a
decir que tienen un extraño sabor almendrado y es necesario probarlas para
comprobarlo.
Las chicatanas son muy preciadas en
Oaxaca, al parecer es el Estado de México en donde más se consumen. Su registro
en la alimentación de esta región data de tiempos prehispánicos. Se recolectan después
de las primeras lluvias, se cuecen con sal y luego se tuestan en un comal a la
leña. Tienen un aporte de proteínas importante, pero es más por su sabor que se
vuelven tan codiciadas.
Por lo general se utilizan como botana,
sin más aditamentos que ese tueste con leña o agregando un poco de ajo, pero
más que un alimento en sí, la chicatana se considera en la actualidad un
condimento, una porción pequeña de ellas puede dar un sabor totalmente diferente a una salsa o a un mole. Para
esta temporada cualquier platillo que contenga esa mezcla de hormigas aladas con chiles y otras especias procesadas en el molcajete o metate, es muy
cotizada.
Es difícil conseguirlas para consumo humano en otras partes
del país (fuera de Oaxaca, Chiapas, Yucatán o Veracruz), aunque existen varios tipos de hormigas aladas, que se pueden
encontrar desde Estados Unidos hasta Argentina. Las chicatanas son las reinas
de las hormigas arrieras, la urbanización, los insecticidas y los cultivos
transgénicos, han venido a afectar la reproducción de los insectos polinizadores.
Así que si las ve por ahí, no deje pasar la oportunidad de probar este manjar
prehispánico, delicioso y nutritivo.
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